Me sorprende la gente que tiene tantas cosas qué decir, o más bien que siempre tiene cosas qué decir, una explicación, un comentario, una queja, una sugerencia, una duda, pero jamás paran de expresarse, de hablar o en su caso escribir.
Yo en muchas ocasiones siento que no tengo nada qué decir, es como si me quedara bloqueada, falta de inspiración o como si esa necesidad de expresarme y de que los demás sepan lo que siento y pienso en relación a algún tema estuviera sedada.
Y es que en realidad tengo muchas cosas qué decir, tengo mucho qué opinar, simplemente que los pensamientos pasan tan rápido que no me paro a analizarlos demasiado, mucho menos a plasmarlos en letras, de hecho, pienso muchas cosas, tantas ideas a veces me agobian pero no las expreso, soy como una olla a presión pero que jamás descarga el vapor.
En mi caso las ideas son más rápidas que las letras, que lo físicamente palpable. Quizá por esto tuve la necesidad de abrir este blog, como un ejercicio para detenerme un poco más en todas esas ideas que rondan mi cabeza y plasmarlas, dar cuenta de ellas, exhibirlas.
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